7 de julio
Toby, el pequinés mutante gigante, ha arribado al puerto de Buenos Aires y ha comenzado a jugar con los barcos allí amarrados, dando zarpazos a diestra y siniestra. Declarada la emergencia nacional, el presidente argentino ha convocado al ejército y a la gendarmería, quienes se han apersonado en la costanera sur con sus tanques y su artillería pesada. El cielo de Buenos Aires está surcado por las luces de potentes reflectores que iluminan la noche sin luna. Cada tanto, alguno de los aviones de combate destinados al denominado "Operativo Toby", entra dentro del haz de luz cual descomunal insecto mecánico. A la orden de fuego, los cañones y morteros comienzan a disparar a mansalva contra el monstruo asesino. La descarga dura unos ininterrumpidos veinte minutos. Despejado el humo y los vapores de la pólvora, y cuando todos esperaban enfrentarse a un Toby desfalleciente, los azorados porteños ven surgir por entre medio de las bélicas penumbras a un monstruo completamente indemne y, para peor, encolerizado. |